martes, 18 de diciembre de 2012

Ya entiendo porque no soy escuálido




Vivir en el “este del este” como dirían por ahí, crea la farsa de que son, o que somos, la gente “decente y pensante” de este país, pero solo el que vive allí y sobre todo chavista con raíces de barrio, nos damos cuenta que todo es un cuento o un maquillaje de lo más clinique.

Vivir en el “este del este” y decir que eres chavista es un pecado como es de esperarse, y que te rayen el carro o te escupan la cara, es una consecuencia directa que uno asume al develar su tendencia política en esta zona geográfica de Caracas, pero ser testigo presencial del tipo de personas y de la calidad humana por la cual nos encontramos rodeados provoca salir despavorido.

Ver a los señores de la tercera edad votar, en principio, nos da la sensación de ternura, de responsabilidad, de amor y de todo lo bello que se te pueda ocurrir, pero como dije en principio, porque cuando escuchas que le preguntan en reiteradas oportunidades a un abuelo “¿cuál es su número de cédula?” y éste no conteste te crea suspicacia; seguidamente de éste escuchas a otro decir “yo no sé qué hago aquí”, otros con bombonas de oxigeno, cualquier cantidad de señores con sillas de ruedas, algunos en camillas; entonces te das cuenta de que ahí no existe, ni ternura, ni amor ni responsabilidad de nada; la única sensación que te da al ver esas imágenes es exasperación, indignación, ira, rabia, cólera hacía las personas responsables de ese acto tan inhumano, tan cruel, tan despiadado; tan solo comparable con esos desequilibrados que aparecen en Estados Unidos.

En el centro de votación donde presencié esto, más del 50% de los electores son de la tercera edad, por cierto, tercera edad que ha sido beneficiada gracias al gobierno revolucionario con sus pensiones dignas, con sus derechos anteriormente desconocidos y nunca han sido reprimidos como lo hizo en su oportunidad Antonio Ledezma, es de acotar que en ese centro de votación, CAPriles sacó el 90% de los votos a su favor, evidenciando esto a favor de quien fue el voto de esas personas.

Que nosotros los chavistas seamos victimas de cualquier acto cruel por parte de la oposición es “comprendido”, pero que se lo hagan a un ser humano que lo más seguro es familiar, allegado de ellos, no merece perdón de nadie. Personas que solo por el hecho de salir de Chiabe sean capaces de asesinar a su familiar, es semejante a cualquier psicópata y como mínimo debería estar en un manicomio o presos por inducir a un posible asesinato.

Definitivamente hay que estar disociado para realizar un acto tan vil y en mi opinión eso es solo gracias a los medios de comunicación, han hecho su trabajo de la mejor manera y como haciendo eso ganan por todos lados, dudo que dejen de hacerlo.

martes, 18 de septiembre de 2012

Mi marcha en Catia



Todo comenzó con la pregunta de costumbre en mi sitio de trabajo por parte de los “jefes”: “hoy hay marcha en Catia, ¿Quién quiere ir?”, pues si opositor, a nosotros nos preguntan si queremos ir. A pesar de que trabajo en la administración pública me asombro de la cantidad de escuálidos (para mi opositor y escuálido no es lo mismo) que trabajan conmigo y no me asombro de que sean mayoría –lamentablemente-, me asombro de la cantidad de chavistas dispuestos a trabajar en pro de su país, pero se encuentran o sub pagados o trabajando en otra cosa –no desempelado ojo-. Después de discutir con algunos compañeros, decidimos ir a apoyar al candidato de la patria, otros simplemente fueron para escaparse del trabajo.
Como era de esperarse había transporte hasta la concentración, nos llevan en una camioneta con aire acondicionado –evidentemente- escuchando Alanis Morissette y aquí empezó el peo. Yo me preguntaba cómo vamos a ir a una concentración de Chávez escuchando esta tipo de música –no es que no me guste la música de la cantante en cuestión-, pero debemos recordar el contexto de la situación en donde nos encontrábamos.

Después de pasar la autopista, nos adentramos al 23 de enero, barrio popular, combativo y revolucionario que se encuentra en mi Caracas. Las caras de mis compañeros no se hicieron esperar, caras de asco, preguntando: “¿este es el 23?” con su respectivo rostro de asombro, en fin como si no supieran, conocieran o peor aún como si nunca hubiesen pisado un barrio. También escuché como una muchacha conociendo este barrio como la palma de la mano,  les daba un tour a las demás compañeras –este es el sector F, este metrobus te lleva hasta la estación La Paz…- después de esto también recordé cuando vivía en el barrio Manicomio (hace 20 años) y un amiguito de aquella época, me dijo como la policía le echaba tiros a su recinto de estudio desde las azoteas de los edificios –aquella época en donde éramos felices y no lo sabíamos-.

Nos disponemos a bajar en una calle aledaña a la concentración, ahora en propatria, y otra vez los comentarios “cuidado aquí”, “debemos estar juntos”, y pare usted de contar; hasta que surgió el último “guárdense las cosas de valor y no se rían que es enserio” dónde no me aguanté y le pregunté: “¿Cuántas veces tú has venido para acá, para estar diciendo eso? no me respondió y me baje del autobús.

Ya en la calle, al frente de una tarima, y transversal a un CDI –CDI hecho en revolución- empezó la parranda con Francisco Pacheco y su orquesta, gente bailando en su parroquia, conversando, encontrándose con amigos, compañeros y familiares, todos movidos con el solo hecho de ver al Presidente. Me acerco donde esta mi grupo de trabajo –no sé para qué- y están conversando “en plaza Sucre no hay nadie…” “…y aquí esto esta vacio, están perdidos”, al ver esto me doy media vuelta y como estaba cerca de la salida de la caravana, caminé hasta la estación Propatria y aunque no se veía el presidente porque estaba detrás de un camión, la gente gritaba, se aglomeraba, se desesperaba para poder tocarlo, para entregarle una carta. Unos camaradas trabajadores que estaban al lado mio, desesperados por sacar una hoja y algo con que escribir, estaban desesperados sí, pero no era para pedirle algo personal y entonces el asombrado soy yo cuando les escucho “escribe que le meta el ojo a la XXXXX…” y me doy cuenta que donde le están pidiendo al presidente que le meta el ojo es la empresa donde ellos trabajan.

Cuando veo que la caravana va a salir me devuelvo al sitio donde me encontraba en un principio y emocionado como un niño el 24 de diciembre, me decido a ver al Presidente y finalmente lo veo, saludando con una mano porque en la otra la tenía ocupada atendiendo una llamada. No me vio, pero solo eso me basto para quitarme el hambre, el cansancio y la sed.

jueves, 1 de marzo de 2012

Colonización cerebral


Me es difícil comprender la forma de pensar de algunas personas y no es porque sus análisis sean comparados con los de un Galileo, Newton o Pascal, cabe destacar, pero cuando escuchas –por no estar sordo- cosas como: “todos los seres humanos son ambiciosos por naturaleza” o “no hace falta leer, con sentido común basta” uno se pregunta, ¿qué  educación recibió esta persona para llegar a tan sublime análisis? Y entonces esa pregunta te conduce a otras interrogantes, ¿habrá tenido educación esa persona?, o ¿será por el tipo de educación que recibió afirma tamaña barbaridad?, o ¿como esa persona es ambiciosa y no lee, cree que todos somos así? Finalmente encuentras la respuesta más acorde y es que la involución si existe y estas presenciando una.

Por otro lado se entiende lo difícil que es desprendernos de esa cultura “lo de afuera, es lo mejor”, “aquí lo que hay es puros flojos”, “nosotros estamos es pendiente de un chanchuyo”, “ya el agua tibia esta inventada, compramos eso a los de afuera”; estas son frases expresadas por personas que ni si quiera ellos o ellas saben lo dañino que es para su país y mucho menos comprenden el poder subliminal que estas poseen.
Los “ambiciosos no lectores” -a pesar de ser una combinación explosiva- no me preocupan tanto, porque si en algún momento comienzan a leer –dependiendo de lo que lean- puede revertirse esa actitud ante la vida; en cambio los que no quieren a su país estando consciente o no, de que no lo quieren, son realmente nefastos.
Esos últimos, que no existe otro adjetivo para calificarlos si no como apátridas, son capaces de hacerle daños irreversibles a una empresa, a una institución, a un ministerio, a un estado nada más por el hecho de ser cómodo y no enfrentar los obstáculos que se le presentan.

Si Galileo fuera un apátrida en vez de diseñar un telescopio hubiese pensado “que va, la luna está muy lejos, mejor duermo” o un Newton diciendo “mejor esperamos a que Leibniz desarrolle el cálculo integral y después nos lo copiamos” o un Pascal sacándole el cuerpo a Antoine Gombaud para que dejara el fastidio con sus juegos de azar.  

Espero que algún “ambicioso no lector” lea esto, y si lo hace le recomiendo leer Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano para que comprendan hasta dónde puede llegar la ambición y si eres un apátrida en verdad no nos haces falta, vete a uno de esos países que tú llamas desarrollados que nosotros nos quedamos aquí construyendo patria.

“Él que no quiere a su patria no quiere a su madre” Calle 13